miércoles, 31 de marzo de 2010

Fui un videojugador adicto (parte 2)

"Un nintendo... quiero un nintendo". (NES pa'los cuates) fue mi deseo demasiado tiempo. Mientras tanto me entretenía gastando parte de mi dinero (me llevaba sólo un poco, porque la adicción era canija) en las "Maquinitas" "Chispas" o "Arcadias" como les dicen ahora. No iba muy seguido, pero cuando ibamos pasábamos mínimo unas tres o cuatro horas (sólo el hambre nos sacaba de ahí), el local preferido por mí y por mi cuate Fernando, era el "Kung-Fu", estaba en la calle de Balderas, casi esquina con la avenida Juárez, cerca del Metro Juárez, cerca del entonces Cine Metropólitan (porque han de saber que era un cine y ahora es un teatro), cerca del desaparecido Cine Arcadia, y digo estaba porque no sé a partir de cuando dejó de existir. Lo que más me gustaba de ese lugar, como buen fan de Star Wars que también soy, es que tenían ésta arcadia.

Aquí dejo una foto cortesía de Google Maps de la ex-ubicación del desaparecido local de videojuegos, que me parece que tenía una sucursal en la glorieta del metro insurgentes, pero no recuerdo bien. Y así pasaron los años, entre visitas a las Arcadias y destruyendo-reparando controles del Atari 2600, que por cierto ¿a quién se le ocurre hacer un control palanca de ese plástico tan poco duro-flexible? ¡una palanca! ¿que nadie les enseñó física? mejor dicho, parte del negocio de Atari era vender muchos controles; llegué a jugar desarmando el control y presionando con los dedos las plaquitas que lo hacían funcionar, método que resultaba muy complicado para lograr las diagonales, asi que tuve que desistir de seguir haciéndolo. Usé silicón, resistol blanco, UHU,  y todo lo que conocía para tratar que el control soportara el embate de mis manos emocionadas, pero nada funcionó, terminaba siempre rompiéndose.

Así que fue hasta el año de 1989 aproximadamente, que, celebrando mi exitosa salida de la secundaria e ingreso satisfactorio a nuestra máxima casa de estudios, mi madre, con sacrificios pudo comprarme mi Nintendo Entertainment System, recuerdo perfectamente que lo compramos en la tienda de Nintendo en Plaza Tepeyac, en ese entonces el Game Boy "tabique" tenía poco tiempo en el mercado pero no me llamó la atención. ¡Que emocionado estaba cuando pude jugar en la comodidad de mi hogar (como dicen los slogans) Super Mario Bros y Duck Hunt!. Fue cuando comencé a resentir los "viejos" problemas de los videojugadores adictos:
1. Regaños porque me la pasaba todo el día jugando.
2. Los juegos eran demasiado caros, al grado de que para comprarme mi segundo cartucho de NES, conseguí mi primer trabajo como capturista de datos, y mi primer sueldo fue casi íntegro para comprarme Mission Impossible.

Pero llegaría 1990 y la salida del Super Nintendo Entertainment System (Súper NES, o SNES) se dió demasiado pronto para alguien fanático de los videojuegos caseros y con poca información al respecto. Mi semi-nuevo NES ya estaba viviendo sus últimas horas y apenas tenía dos cartuchos. Si para poder comprar un NES me tomó años de esfuerzo (de estar rogando jeje), comprarme un SNES resultó tarea más que imposible. Afortunadamente en esa época la industria todavía respetaba a los videojugadores y a la par salían títulos para ambos sistemas. Tuve que conformarme con mis seis o siete juegos que pude comprar para NES, el que más disfruté y nunca me cansé de jugar es el fabuloso Super Mario Bros 3 (que dicho sea de paso es el videojuego más vendido de todos los tiempos -hasta que el nivel de población de videojugadores crezca lo suficiente para destronarlo en una venta de premier en fin de semana-). Eso sin contar los mundiales, ligas y desmadre que organizábamos mi compa Israel y yo en esas interminables tardes de jugar Goal! después de salir de la facultad, para terminar el día con el pulgar adormecido, adolorido y casi acalambrado. Por cierto mi compa era de capaz de meterle más de 30 goles a la máquina antes del medio tiempo y las porristas salían en bikini. (¿su técnica? puro "tiro puñal" -sorry, chiste local-). Al final éste sistema y sus cartuchos se los regalé a mi primo.

En 1991 salió a la venta la revista Club Nintendo, acontecimiento que definitivamente resultó un parteaguas en la historia de los videojuegos en México, tenía 18 años entonces y era difícil para mí comprar una revista que en su época se consideraba "para niños"... pero mis crónicas acerca de ésta revista se bloguearán aparte.

Pasaron unos años más y en un local de arcadias de la Av. Juárez (no el Kung-fu, si no otro) nos encontramos ésto. Las cosas iban a cambiar a partir de entonces, ya que después de mi frustrante desconocimiento del SNES, mi empeño no cesaría para conseguir el siguiente sistema de Nintendo, un sistema que tristemente terminaría pagando los errores del entonces líder de los videojuegos. (Continuará...)